
La inflamación no siempre es mala. De hecho, es uno de los sistemas de supervivencia más sofisticados del cuerpo: la forma en que el sistema inmunológico sana heridas, combate infecciones y elimina células dañadas.
El problema es que muchos de los factores de estrés y los hábitos alimenticios modernos activan el “interruptor de la inflamación” (a veces innecesariamente) y rara vez lo dejan apagarse. Lo que antes era una respuesta temporal se ha convertido en un ruido de fondo constante, y a veces se intensifica hasta convertirse en una enfermedad crónica. Esta es la diferencia entre la inflamación aguda (respuesta a incendios reales a corto plazo) y la inflamación crónica (un incendio permanente).
Veamos por qué sucede esto y cómo recuperar el equilibrio.

Estrés crónico
Qué sucede:
Nuestros cuerpos fueron diseñados para enfrentar ráfagas cortas de estrés —huir del peligro, superar un reto— y luego recuperarse.
Hoy, esa recuperación rara vez ocurre. El estrés constante por trabajo, finanzas, notificaciones y falta de descanso mantiene elevados el cortisol y la adrenalina. Con el tiempo, esto suprime la función inmunológica, eleva los niveles de glucosa y activa señales inflamatorias como IL-6 y TNF-α.
Qué ayuda:
-
Prioriza 7–9 horas de descanso real (no solo dormir).
-
Crea ritmos de descanso en tus días normales: no vivas esperando las vacaciones.
-
Apoya tu sistema nervioso con respiración consciente o herramientas como TruVaga®.
-
Toma descansos breves sin tecnología. Tu sistema nervioso se restablece más rápido de lo que crees. Salir a mirar la naturaleza y respirar por 5 minutos podría literalmente salvar tu vida si lo haces con constancia.
Los alimentos procesados y el azúcar avivan las llamas.
Qué sucede:
Los ultraprocesados (harinas refinadas, aceites industriales y azúcar) alteran el equilibrio de la glucosa y promueven el estrés oxidativo.
Cuando la glucosa y la insulina permanecen elevadas, las moléculas inflamatorias se acumulan. Los aceites de semillas (soya, maíz y girasol) son ricos en omega-6, que el cuerpo convierte en compuestos proinflamatorios cuando hay pocos omega-3.
Qué ayuda:
-
Sustituye los aceites procesados por aceite de oliva, aguacate o coco.
-
Consume alimentos ricos en omega-3 como salmón salvaje, sardinas, chía o linaza.
-
Considera un suplemento como el Balance Oil de BodyBio.
-
Prefiere carbohidratos de bajo índice glucémico: camote, lentejas y quinoa.
-
Considera usar un monitor continuo de glucosa (CGM) para conocer tus patrones.
Las toxinas ocultas generan estrés celular
Qué sucede:
Desde pesticidas y microplásticos hasta metales pesados y limpiadores domésticos, estamos rodeados de toxinas que nuestros abuelos no enfrentaban.
Estos compuestos activan las mismas vías inmunológicas que responden a una infección. Con el tiempo, el hígado y los riñones se sobrecargan y la desintoxicación se ralentiza, dejando la inflamación latente.
Qué ayuda:
-
Apoya la desintoxicación con un suplemento de sulforafano estabilizado como BrocElite®.
-
Mantente hidratado y muévete a diario para estimular el sistema linfático (el rebote es excelente).
-
Filtra el agua que bebes y minimiza el uso de plásticos. Si te preocupa la exposición a microplásticos, aquí hay un excelente recurso.
Salud intestinal: el guardián de la inflamación
Qué sucede:
Aproximadamente el 70 % del sistema inmunológico vive en el intestino. Cuando el microbioma se desequilibra —por antibióticos, estrés o alimentos procesados— la barrera intestinal se debilita.
Esto permite que fragmentos bacterianos (como el LPS, lipopolisacárido) pasen a la sangre, donde el sistema inmunológico los percibe como invasores, provocando inflamación sistémica de bajo grado.
Qué ayuda:
-
Come alimentos ricos en fibra: hojas verdes, ajo, cebolla y vegetales fermentados.
-
Evita antibióticos innecesarios y azúcares añadidos.
-
Agrega probióticos o alimentos fermentados diariamente.
Dormir poco alimenta la inflamación
Qué sucede:
Incluso una sola noche de mal sueño puede elevar los marcadores inflamatorios. Dormir poco o con interrupciones reduce la melatonina (un antioxidante natural) y afecta la reparación celular.
Qué ayuda:
-
Mantén un horario de sueño constante y limita la luz por la noche.
-
Evita la cafeína después del mediodía.
-
Prueba magnesio o glicina si te cuesta relajarte.
-
Añade SleepElite para favorecer la producción de precursores de melatonina y sueño profundo.
Deficiencia de nutrientes y fatiga mitocondrial
Qué sucede:
La degradación del suelo, los alimentos procesados y el estrés crónico dejan a la mayoría de las personas con bajos niveles de magnesio, zinc, selenio y vitaminas del grupo B, todos esenciales para enzimas antioxidantes como la glutatión peroxidasa.
Cuando estas enzimas disminuyen, el estrés oxidativo aumenta y las mitocondrias (las centrales de energía celular) envían señales de alarma que disparan inflamación.
Qué ayuda:
-
Consume alimentos ricos en minerales: semillas de calabaza, hojas verdes y carne de res alimentada con pastura.
-
Apoya la producción de glutatión con sulforafano, curcumina y ácido alfa-lipoico.
-
Considera hacerte análisis periódicos para revisar tus niveles de nutrientes.
Desconexión con la naturaleza
Qué sucede:
La investigación muestra que pasar tiempo en la naturaleza reduce marcadores inflamatorios como la proteína C reactiva (PCR) y mejora el microbioma gracias a los microbios del suelo.
Aun así, la mayoría de las personas pasa el 90 % del día en interiores, respirando aire cerrado y tocando superficies artificiales.
Qué ayuda:
-
Toma de 10 a 20 minutos de luz natural por la mañana.
-
Camina descalzo sobre pasto o tierra cuando sea posible.
-
Coloca plantas vivas en tu espacio de trabajo: filtran el aire y mejoran el ánimo.
En resumen
La inflamación saludable existe para sanar, así que el objetivo no es eliminarla por completo. Lo ideal es ayudar al cuerpo a cerrar el ciclo para que se resuelva de forma natural.
Apoyar las vías de desintoxicación, calmar el sistema nervioso, mejorar el sueño y nutrir el microbioma lo hacen posible.
Si buscas un punto de partida, activar la vía Nrf2 con sulforafano es una de las estrategias más estudiadas para ayudar al cuerpo a limpiar la inflamación desde adentro.
Referencias
-
Slavich GM, Irwin MR. (2014). Del estrés a la inflamación y los trastornos depresivos mayores. Psychol Bull.140(3):774–815.
-
Moretti S, et al. (2024). Estrés crónico y citocinas inflamatorias: implicaciones moleculares y clínicas. Biology (Basel). 14(1):76.
-
Black PH. (2006). Consecuencias inflamatorias del estrés psicológico. Med Hypotheses. 67(4):879–891.
-
Fiolet T, et al. (2022). Consumo de alimentos ultraprocesados y riesgo de inflamación crónica. Nutrients.14(17):3601.
-
Kang Y, et al. (2022). Ingesta de azúcares añadidos e inflamación de bajo grado. Nutrients. 14(18):3826.
-
Harvard Health Publishing. (2023). Guía rápida de dieta antiinflamatoria. Harvard Health Publ.
-
Renu K, et al. (2021). Tóxicos ambientales e inflamación crónica: mecanismos y objetivos terapéuticos. Environ Toxicol Pharmacol. 87:103684.
-
Schyns G, et al. (2021). Microplásticos y salud humana: peligros y exposición. Environ Int. 146:106240.
-
Yang Y, et al. (2021). El sulforafano mitiga el estrés oxidativo e inflamación mediante activación de Nrf2. Oxid Med Cell Longev. 2021:8853052.
-
Fasano A. (2020). Permeabilidad intestinal mediada por zonulina y enfermedades inflamatorias crónicas. F1000Res.9:69.
-
Zhang Y, et al. (2023). Interacción entre lipopolisacárido y microbiota intestinal en la inflamación de bajo grado. Front Immunol. 14:1187283.
-
Nagpal R, et al. (2020). Interacciones entre el microbioma intestinal y el sistema inmunitario. Front Immunol.11:2836.
-
Irwin MR. (2019). Sueño e inflamación: aliados en la salud y la enfermedad. Nat Rev Immunol. 19(11):702–715.
-
Benedict C, Cedernaes J. (2021). Sueño, ritmo circadiano y reparación celular. Nat Rev Endocrinol. 17(3):133–134.
-
Gröber U, Holick MF. (2019). Micronutrientes e inflamación: enfoque basado en la evidencia. Int J Mol Sci.20(16):3765.
-
Wessels I, Maywald M, Rink L. (2017). El zinc como regulador clave de la función inmune. Nutrients. 9(12):1286.
-
Nunn AV, et al. (2020). Disfunción mitocondrial, estrés oxidativo e inflamación en enfermedades crónicas. Antioxidants. 9(10):1058.
-
Hansen MM, et al. (2017). Beneficios para la salud del contacto con la naturaleza: revisión sistemática. Environ Health Perspect. 125(9):096003.
-
Li Q. (2019). Efecto del contacto con bosques sobre la función inmunitaria humana. Environ Health Prev Med.24(1):70.
-
Cuadrado A, et al. (2019). Regulación terapéutica de Nrf2 y NF-κB en enfermedades crónicas. Nat Rev Drug Discov. 18(4):295–317.
-
Fahey JW, Kensler TW. (2021). Sulforafano, activación de Nrf2 y resolución de la inflamación. Antioxid Redox Signal. 35(1):47–70.


0 Comment