El malestar digestivo es algo con lo que millones de personas lidian cada día. Pero ¿y si la causa no fuera solo lo que comes o cómo lo haces, sino una infección bacteriana silenciosa?
Helicobacter pylori (o H. pylori) es una bacteria en forma de espiral que vive en el revestimiento del estómago. Se considera una de las infecciones más extendidas del mundo, afectando a más del 50% de la población global. A pesar de ser tan común, la H. pylori suele pasar desapercibida durante años, dañando silenciosamente la mucosa gástrica y generando una amplia variedad de síntomas digestivos.
Para complicar aún más las cosas, los síntomas de la H. pylori pueden parecerse mucho a los de otros trastornos gastrointestinales como el SIBO (sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado), el reflujo ácido o la gastritis crónica. Muchas personas pasan años tratando el problema equivocado —eliminando alimentos, tomando inhibidores de la bomba de protones o probando protocolos intestinales— sin saber que podrían tener una infección que debe ser tratada de forma directa.
Entender qué es la H. pylori, cómo se transmite, y cómo identificarla y tratarla —especialmente en una era de creciente resistencia a los antibióticos— es clave para restaurar la salud digestiva a largo plazo.
¿Qué es la H. pylori y por qué es tan común?
La H. pylori es un tipo de bacteria que coloniza el revestimiento mucoso del estómago. Suele adquirirse en la infancia y se transmite principalmente por:
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Vía fecal-oral: alimentos o agua contaminados
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Vía oral-oral: compartir utensilios, vasos o besos
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Contacto con fluidos gástricos: cuidar a alguien que vomita mientras está infectado
Una vez en el cuerpo, la bacteria se incrusta en el revestimiento del estómago para evitar el daño ácido. En muchas personas no causa síntomas. Pero en otras —especialmente con inmunidad débil o desequilibrios intestinales— puede provocar:
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Inflamación crónica (gastritis)
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Úlceras en el estómago o duodeno
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Alteraciones en la producción de ácido gástrico
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Mayor riesgo de cáncer gástrico a largo plazo
¿Por qué se confunden los síntomas de la H. pylori con otros problemas digestivos?
Como la H. pylori no siempre causa síntomas intensos, suele confundirse con otras afecciones intestinales. Aquí algunas similitudes:
Síntoma |
H. pylori |
SIBO |
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Distensión abdominal (bloating) |
Sí |
Sí |
Dolor o ardor en la parte superior del abdomen |
Sí (síntoma principal) |
A veces |
Náuseas |
Sí |
Sí |
Sensación de llenura con poca comida |
Sí |
Sí |
Gases excesivos |
Raro |
Común |
Diarrea o estreñimiento |
Raro |
Común |
La H. pylori suele causar molestias en la parte alta del abdomen, especialmente entre comidas o por la noche. Si has estado tratando “SIBO” por meses sin éxito —o tus síntomas empeoran con el estrés o los cambios de horario— vale la pena hacerte una prueba de H. pylori.
¿Por qué es cada vez más difícil tratar la H. pylori?
Antes, la H. pylori se trataba con terapia triple o cuádruple a base de antibióticos. Pero con el tiempo, la bacteria ha desarrollado resistencia a fármacos comunes como la claritromicina y el metronidazol.
Esto significa que:
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Los tratamientos convencionales a menudo fallan
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Las recaídas son comunes
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Los efectos secundarios de varios antibióticos pueden empeorar la salud intestinal
Por eso, hay un creciente interés en enfoques naturales respaldados por evidencia científica que no dependan únicamente de antibióticos.
Soluciones naturales con respaldo científico
1. Sulforafano + NAC
Los investigadores han identificado dos compuestos poderosos que muestran eficacia contra la H. pylori, especialmente cuando se usan juntos: el sulforafano y la N-acetilcisteína (NAC).
Sulforafano: un compuesto natural con propiedades antibacterianas y antiinflamatorias
El sulforafano es un compuesto bioactivo presente en vegetales crucíferos como el brócoli. Los estudios han demostrado que puede:
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Inhibir el crecimiento de H. pylori, incluso en cepas resistentes a antibióticos
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Reducir la inflamación gástrica
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Activar la vía NRF2 para proteger las células
Uno de los estudios más citados (Fahey et al., 2002) mostró que el sulforafano puede eliminar la H. pylori tanto en animales como en cultivos de laboratorio. Otros estudios en humanos confirman sus efectos protectores y curativos sobre el revestimiento del estómago.
BrocElite®: un suplemento de sulforafano estabilizado que sí funciona
No todos los suplementos de brócoli son efectivos. La mayoría contiene solo glucorafanina, un precursor que el cuerpo debe convertir en sulforafano —un proceso que depende de ciertas bacterias intestinales y que muchas veces falla.
BrocElite® contiene sulforafano activo y estabilizado, lo que significa que:
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No necesita conversión
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Actúa directamente en el estómago, donde reside la H. pylori
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Tiene alta biodisponibilidad y no contiene aditivos
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Puede tomarse en cápsula o abrirse en jugo (papaya o mango ayudan con el sabor)
NAC: el complemento del sulforafano que rompe los biofilms
La N-acetilcisteína (NAC) es un antioxidante conocido por:
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Romper los biofilms, el recubrimiento protector que permite a la H. pylori ocultarse
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Reducir el exceso de moco en el estómago que protege a la bacteria
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Apoyar la desintoxicación hepática y mejorar la respuesta inmunitaria
Tomar NAC antes del sulforafano ayuda a exponer la bacteria para que el sulforafano actúe con mayor eficacia.
2. Luz roja + azul de metileno
La azul de metileno, combinada con luz roja (660 nm) o luz infrarroja cercana (810–850 nm), crea una estrategia poderosa para romper biofilms que protegen a microbios dañinos. La azul de metileno penetra en las células, se une a los patógenos y la luz activa la liberación de especies reactivas de oxígeno (ROS). Esta explosión dirigida de energía ayuda a descomponer los biofilms y dañar los microbios ocultos en su interior. Esta técnica se explora actualmente en casos de long COVID, infecciones sinusales crónicas, desequilibrios intestinales e infecciones virales como EBV y CMV.
Puedes leer más sobre nuestro protocolo con luz roja y azul de metileno aquí.
Nuestro protocolo natural sugerido para combatir la H. pylori
Según la evidencia actual y nuestra experiencia clínica, esta es nuestra recomendación para usar NAC y BrocElite® en conjunto de manera efectiva:
Paso 1 – NAC
Tómalo 15–30 minutos antes del sulforafano.
Esto ayuda a disolver el moco y los biofilms que protegen a la bacteria.
Dosis sugerida: 600–900 mg diarios, idealmente con el estómago vacío.
Si aún no tomas NAC, recomendamos:
Now NAC, 1000 mg, 250 tabletas – Vegetariano, Vegano, Sin OGM.
Paso 2 – BrocElite® (Sulforafano)
Tómalo inmediatamente después del NAC.
Esto permite que el sulforafano llegue cuando la bacteria está más expuesta.
Dosis sugerida:
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2 cápsulas al día (o 1 cucharadita si usas la versión líquida)
Para protocolos intensivos:
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3–4 cápsulas al día, distribuidas con las comidas
Ordena BrocElite® aquí:
Paso 3 – Luz roja y azul de metileno
Algunos consejos adicionales:
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Para estimular el sistema linfático durante el día, considera usar una plataforma vibratoria o trampolín
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Hay muchas opciones de luz roja e infrarroja, pero nuestra opción portátil favorita es LumeBox
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Cuando compres azul de metileno, glutatión liposomal, vitamina C, carbón activado, arcilla bentonita, etc., asegúrate de elegir empresas con pruebas de laboratorio transparentes realizadas por terceros. Aún mejor si son compañías especializadas en un área concreta en lugar de vender cientos de suplementos genéricos.
Reflexión final
Si llevas tiempo lidiando con distensión abdominal, dolor en la parte alta del abdomen, náuseas o reflujo —y no has tenido mejoría con cambios de dieta o probióticos— quizá sea momento de considerar una causa más profunda: la H. pylori.
Aunque los antibióticos aún pueden ser útiles en ciertos casos, herramientas naturales como el sulforafano y el NAC ofrecen una alternativa prometedora, especialmente si lidias con cepas resistentes o buscas soluciones más amigables con tu intestino.
Un protocolo en dos pasos que debilite las defensas de la bacteria y brinde apoyo específico donde más se necesita podría ser la pieza que faltaba en tu camino hacia la sanación.
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